Día 14: Destino Milos
No quisimos arriesgarnos a perder el colectivo temprano, y contratamos un transfer de 30 euros para los tres, que nos dejó a las 6:45 en el puerto, dónde ya estaba el barco de Zante Ferrys, que partió puntual a las 7:30 hacia la isla de Milos.
Arriba del barco nos encontramos con varias cubiertas, cerradas y abiertas, con sillones, butacas, mesitas y bancos, o sea, para todos los gustos, y con un bar bastante surtido y a precios totalmente razonables. La próxima vez no nos estafarán con un sándwich de seis euros y un café de cuatro para llevar que compramos en el puerto, jeh.
El barco para en varias islas, dónde baja y sube gente, pasó por Ios, Sikinos, Folegandros, Kimolos, y nosotros nos bajamos en Milos, pero el ferry seguía, es el que tomaremos dentro de tres días a El Pireo.
Llegó bastante puntual al puerto de Adamas, en Milos, dónde nos estaba esperando nuestro Fiat Panda 4x4.
Maneje con aprehensión hasta el hotel, pero sin problemas. Nos acomodamos en nuestras habitaciones y salimos para la primera playa, Palaiochori, dónde almorzamos un svoulaky de cordero con ensalada griega junto al mar.
Luego fuimos bordeando la costa, eligiendo a qué playa entrar, la segunda que visitamos fue Agia Kyriaki, además de conocer, gracias al GPS loco de Pablo unas rutas de lo más lugareñas, tanto es así que nos cruzamos con un pastor con su rebaño de ovejas, al cual debimos esperar para que pasaran. Sorprendentemente, no sería el último del viaje.
Para cenar, pasamos por el super, compramos terrible picada y cenamos en el balcón de la habitación de Pablo, que tenía pileta propia (aunque no pudimos darle mucho uso, Aris, el encargado del hotel, si bien macanudo y servicial, hacía apenas 15 días que se había hecho cargo del lugar, y mucha idea de cuidado de piletas no tenía, y siguiendo el consejo de un gran hdp le había puesto al agua unas pastillas de cloro que generaban un vapor asesino que reite de Chernobyl)
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