Día 7: Hasta la vuelta, Atenas
Después de la marathon (nunca mejor dicha esta palabra, o por lo menos más ajustada geográficamente hablando) de ayer, nos levantamos tarde y dejamos el departamento a las 10:30. Por suerte nos permitieron dejar las mochilas para recorrer lo que nos quedaba de Atenas, que no era mucho, sin peso.
Desayunamos en la esquina del departamento y fuimos caminando hasta el Mercado Central. Muchos blogs lo ponen como uno de los imprescindibles de Atenas, pero, la verdad, no sé si vale la pena. Nosotros no teníamos mucho más para conocer, porque el ayer habíamos recorrido kilómetros y kilómetros, por eso fuimos.
En el camino paramos a comer unas bolitas locas fritas.
Y de ahí hasta Monasteraki, dónde tomamos el subte hasta Thissa. De ahí caminamos por la avenida apóstol San Pablo, recuperamos fuerzas con un yogurth griego y le encaramos a la Colina de las Musas. En el sendero encontramos la "prisión de Sócrates", donde, teóricamente, habría estado preso el gran filósofo antes de ser obligado a tomar la cicuta, pero el cartel se cubre diciendo que también podría haber sido un baño público... Quién sabe...
Desde la cima, disfrutamos la vista hacia la Acrópolis y la ciudad. Bajamos hacia el barrio de Anfioquia, y de ahí fuimos a almorzar una taberna del barrio de Plaka.
Ya no nos quedaba mucho por hacer en Atenas, y aún teníamos varias horas antes de que partiera el ferry hacia Creta, así que, sin consultar mucho (mal ahí, error de principiantes, si uno no conoce la ciudad ni su transporte público, no se toma el primer colectivo que ve), subimos a un colectivo hacia la playa, que pasó por el Estadio Olímpico, pero nos dejó en cualquier lado; así que volvimos caminando pasando por la Galería Nacional y toda la zona de embajadas. No fue tan terrible al final...
Nos tomamos un café cerca del departamento, volvimos a buscar las mochilas y salimos hacia el puerto en el subte.
Pero hasta los mejores planes fallan, habíamos leído un montón de cómo llegar al puerto, hasta habíamos visto videos de gente cruzando la avenida hasta el barco mismo, pero...
Nos costó encontrar el barco, en la terminal E2 que figuraba en el ticket había un barco de la Aminoan Lines, la empresa de nuestro ferry, pero era otro. Cuando quisimos subior, nos dijeron que era el siguiente, o eso es lo que entendimos, caminamos varias cuadras buscando ese "siguiete", hasta que encontramos una casilla de la empresa, donde nos dijeron que nuestro barco estaba efectivamente en la terminal E2, pero el la "otra" E2...
Finalmente lo encontramos saliendo del puerto y volviendo a entra, todo caminando por una vereda minúscula rodeados de camiones, todo con la mochila de diez kilos en la espalda.
Afortunadamente, el check in fue rapidísimo y en cinco minutos estábamos en el camarote, que era igual o mejor de lo que esperábamos. Nos duchamos y fuimos a cenar al comedor auto servicio del barco, que por menos de 25 euros comimos una ensalada y un terrible plato de fideos a la carbonara .
Pensábamos después ir a la cubierta a tomar algo y fumar un habano, pero la palma ganó y volvimos a dormir al camarote.
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